LIBERTAD DE MOVIMIENTO
En el método Montessori una de las premisas principales es la de que los niños no tienen asignadas una silla y una mesa para cada uno, de donde no se pueden mover a menos que se les dé permiso para ir al baño o al recreo. Por el contrario, las aulas Montessori son amplias y en ellas los niños se mueven con libertad para ir a coger las distintas bandejas con los materiales de trabajo, escogiendo la actividad que desean realizar, es decir, aquella para la que su cerebro demanda conocimiento en un momento determinado, atendiendo al Periodo Sensible en el que se encuentran, según explicaba la Dra. Montessori. De esta manera, un alumno puede sentarse en una mesa para trabajar con un material que ha elegido, cuando termina de usarlo lo recoge y lo devuelve a su sitio para, a continuación, por ejemplo, escoger otro que se usa sobre un tapete en el suelo, y después seguir con otro con el que trabaja en una mesa diferente a la anterior.
Esta libertad de movimiento enlaza con la necesidad de los niños, sobre todo los de menor edad, de no permanecer sentados por demasiado tiempo en el mismo lugar, ya que ese sedentarismo implica dificultades en el desarrollo motor y, por tanto, cerebral e intelectual, así como problemas a la hora de alcanzar periodos cada vez más largos de atención y concentración. Los niños necesitan moverse con regularidad.
Huelga decir que esta libertad no está reñida con la autodisciplina, sino que precisamente desde esa libertad los niños comprenden los motivos por los que cuando se tienen que mover por el aula, lo hacen sin ser ruidosos ni molestar a los demás, en lugar de estar obligados a no moverse únicamente para evitar un castigo. Les enseña que las normas que seguimos tienen el fundamento de facilitar la convivencia entre todos, para combinar las distintas necesidades de cada uno, como individuos dentro de un grupo.